Lo
prometido es deuda y vuelvo con la corrupción, a ver si entre
todos logramos definirla y no practicarla. Os copio unos párrafos de
mi libro.
“La
corrupción es un problema personal” (sic)
Esto
es lo que hemos oído en esta pasada campaña electoral, proveniente,
claro está, de algunos partidos que no tienen vergüenza y tratan de
exculparse, en lugar de pedir perdón y cumplir con lo que la
judicialización de cada caso disponga al respecto. Además, deberían
ser obligados a devolver el importe íntegro de lo defraudado.
Para
que exista una manzana podrida en un cesto y acabe contaminando a
muchas más manzanas es necesario que quien cuida el cesto lo
permita. Se retira la manzana podrida y punto.
No
es posible tal grado de corrupción en un partido si el sistema no es
corrupto, si no es habitual meter la mano en el cajón para financiar
el propio partido. Entre tanta inmundicia es normal que algunos
quieran aprovecharse y “llevárselo crudo” para su propio
beneficio personal.
Para
que se produzca la corrupción en cualquier administración debe
existir connivencia entre los políticos y algún o alguna
funcionaria con cargo de responsabilidad.
Algunos
partidos solventan la falta de colaboración funcionarial
interponiendo y nombrando cargos de confianza, que se responsabilizan
del área correspondiente y hacen y deshacen a su antojo, mientras,
los funcionarios responsables de la misma se abstienen de informar
desfavorablemente, amparados en que ellos no tienen responsabilidad
pues reciben órdenes superiores de esos cargos de confianza.
Los
cargos de confianza. El coste añadido.
Estos
cargos de confianza sustituyen a los políticos electos en la labor
de control que deberían ejercer y suponen un alto sobrecoste a la
administración pues se les asignan elevados sueldos dado el riesgo y
el compromiso de su innecesaria función.
Se
les supone una labor de asesoramiento, pero la realidad contradice
tal suposición pues muchas veces se les contrata para funciones para
las que no tienen capacidad laboral ni académica. En realidad es un
puesto de trabajo bien remunerado que se crea para un militante del
partido que gobierna y que pagamos todos los ciudadanos.
Por
otra parte, la contratación de estos cargos de confianza supone la
infrautilización del funcionario o funcionaria de carrera que
debería ejercer ese trabajo y que también cobra por ello.
Dar
confianza a los cargos
En
lugar de cargos de confianza les dimos confianza a los cargos,
mostrando a diario nuestra honestidad y trabajando con ellos de igual
a igual. Esta dinámica de trabajo les hace sentirse responsables y
parte del éxito y trabajan con más satisfacción.
Los
funcionarios y funcionarias están deseosos de que los políticos
sean honestos, serios y trabajadores. Les crean mayor nerviosismo y
desconfianza los políticos corruptos y vagos.
Servir
o servirse.
No
se si en realidad se pretende redefinir qué es corrupción o lo que
se pretende es camuflarla.
En
esto de la política hay que tenerlo claro. Se trata de corrupción
todo aquello que no se hace con fin de servir al ciudadano que es
para lo que uno da el paso al frente y entra en política. Una simple
silaba y que diferencia.
Un
caso particular les ha puesto en aprietos a los redefinidores. Un
Alcalde que en contra de los criterios de sus técnicos decidió
pagar una importante cantidad a una empresa. Eso es prevaricación.¿La
prevaricación es corrupción?. Depende.
Si
lo haces involuntariamente porque tomas en favor de tus
administrados una decisión equivocada, será prevaricación pero no
corrupción. Si, como puede ser el caso, se le paga a esa empresa lo
indebido para por ello obtener ventajas personales o para tu partido eso
es corrupción. Es sencillo aplíquese la pregunta, ¿Para servir o
para servirse?
Es
mi humilde opinión y puedo estar equivocado.
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