Hoy os adelanto otro pasaje del nuevo libro. Es una especie de homenaje a quienes se esforzaron en mejorar nuestro Barrio de San Antonio desde aquella combativa Asociación de Familias.
En breve os adelantaré un pasaje más, de tono político, y se acabó. No quiero que perdáis interés por leer esta nueva edición.
La
Asociación de Familias poco a poco fue cesando en su actividad pues
varios de sus principales y destacados miembros optaron por la
militancia en los partidos que más se adecuaban a su forma de
pensar, a su ideología.
Físicamente
se había extinguido, pues hasta el local, que con mucho esfuerzo
habíamos adquirido para ubicar nuestra sede, fue donado al
Ayuntamiento, en una decisión de la última directiva que no todos
los miembros de la Asociación de Familias compartieron.
Pero
el espíritu, el alma, no desapareció. Se trataba de un periodo de
impás, de una especie de delegación temporal de la función de
defensa de los intereses vecinales en los recientemente elegidos
concejales y concejalas.
Lo
que nunca se llegó a perder fue el sentimiento de colectividad de
quienes habían sufrido el barro y el olvido, de los grupos de
voluntarios que tuvieron que trabajar los días festivos para
construir los caminos de acceso a su barrio y a sus viviendas, de
quienes cedían el uso de una habitación a otra familia recién
llegada, de quienes celebrábamos continuas manifestaciones para
conseguir los servicios más básicos (luz, transportes, colegios,
sanidad,…) o para lograr que la vorágine de la construcción no
acabase macizando de hormigón nuestro entorno. Ese aprendizaje está
grabado, a fuego, en cada uno y una de nosotros y esas vivencias las
hemos trasmitido a las nuevas generaciones.
Ese
sentimiento de lucha colectiva quedó latente. Cuando se constató
que, ante el deterioro de nuestro barrio, aquellos que gobernaban no
ponían interés en resolver los graves problemas que cada día
afectaban a nuestra normal y humilde convivencia, impulsados por un
grave incidente que más adelante relataré, surgió el grupo
independiente La Voz del Pueblo. Dicho de modo mas comprensible,
aquella Asociación de Familias alcanzó el gobierno municipal en
1991 y ha dado pruebas de que para gobernar bien, sólo se necesitan
ideas y ganas de ponerlas en práctica y sobran las ideologías.