Estoy conversando con ediles independientes de otro pueblo sobre un asunto muy similar al que nos tuvimos que enfrentar en Etxebarri y les he mandado este texto que está en mi libro "20 años de gobierno ciudadano".
Y he pensado que muchos de vosotros lo desconocéis, a pesar de ser los directamente damnificados por lo que os lo voy a transcribir aquí para vuestro conocimiento y para que saquéis vuestras conclusiones personales.
RECLORI
Sociedad Anónima
Quizá
sea este el tema que mayor trascendencia, tanto interior como
exterior, tuvo en los primeros años de nuestro gobierno municipal.
Es un asunto que nosotros conocíamos como vecinos y como firmantes
de un manifiesto en contra de su instalación, incluso antes de
llegar al Ayuntamiento.
Se
trataba del proyecto de construcción de una planta de reciclaje de
ácido clorhídrico en nuestra localidad, que venía auspiciada por
el Consorcio de Aguas, el Departamento de Medio Ambiente del Gobierno
Vasco, Altos Hornos de Vizcaya (empresa instalada en nuestro pueblo)
y diez empresas vascas más, que se dedicaban al decapado del óxido
de hierro con ataque de ácido clorhídrico, produciendo un residuo
de cloruro ferroso. Con este cloruro ferroso pretendían obtener de
nuevo ácido clorhídrico.
Todo
el proceso sería de aplaudir por su beneficio a la ecología si no
tuviera las siguientes imperfecciones:
1.-
Se trataba de una empresa contaminante que no respetaba la distancia
mínima de seguridad a los núcleos de población (2.000 metros) pues
las viviendas más próximas se encontraban
a menos de cien metros.
2.-
No resolvía el vertido del cloruro ferroso puesto que hasta entonces
no se vertía al río, sino que era transportado a una empresa de
Torrelavega, que lo transformaba en ácido clorhídrico que volvía
de nuevo a A.H.V.
3.-
Estas instalaciones amenazan con emitir a la atmósfera de nuestro
pueblo y sus alrededores gases de ácido clorhídrico, polvo de
hierro y dióxido de carbono.
Como
el problema era muy complejo me absorbía muchísimo tiempo. Durante
los primeros seis meses tuve que dedicar todas mis tardes al estudio
en profundidad de toda la información que obtenía sobre el proceso.
Algunos pensaban que dormía en el despacho pues pasaban las once de
la noche y allí estaba todavía informándome del tema para después
a las ocho de la mañana reincorporarme de nuevo.
Conseguí
el asesoramiento de instituciones como el Departamento de Química de
la Universidad del País Vasco, de asociaciones empresariales del
sector como la Asociación Nacional de Electrolizadores, de
asociaciones ecologistas como Greenpeace, Erreka, Sagarrak, Eguzki,
etc., y el apoyo técnico de verdaderos expertos en este proceso,
siendo una persona especialmente influyente el Ingeniero Jefe de la
empresa donde se transformaba el residuo en ácido clorhídrico.
Cuando
en Junio de 1991 accedemos a nuestra tarea de gobernar nuestro
pueblo, nuestros antecesores en el cargo (PSOE-PNV) ya habían dado
muchos pasos en favor de su instalación y desde las instituciones
(Gobierno Vasco y Diputación Foral) nos imponen sus intereses los
mismos partidos (PSOE-PNV).
Con
sus informes vinculantes y sus negativas a todas las peticiones del
Pleno Municipal en contra de la instalación, hacían que nos
sintiéramos impotentes conculcando la autonomía municipal.
Un
personaje es clave para entender esta historia, el
ex-Alcalde
de Etxebarri que
gobernaba
cuando
se inicia el asunto Reclori S.A en 1990. A pesar de su escandalosa
derrota en las elecciones municipales del 26 de Mayo de 1991 (bajaron
de seis a tres concejales) su partido, el PSOE, le mantiene de
concejal de Etxebarri y le nombra además Diputado Foral de
Urbanismo, departamento encargado de informar y autorizar la
instalación de Reclori S.A.
Desde
ese doble juego, todos los acuerdos que tomábamos por mayoría en el
Pleno en contra de la cuestionada instalación, el
concejal-diputado
los dejaba sin efecto con tan solo estampar su firma a favor.
No
tuvimos más remedio que utilizar la vía de los recursos
contenciosos administrativos interpuestos ante el Tribunal Superior
de Justicia del País Vasco (T.S.J.P.V.)
A
cada resolución del Pleno o a cada Decreto de Alcaldía, la parte
contraria entablaba el correspondiente recurso, de igual modo que
nosotros hacíamos con las órdenes forales del etxebarritarra
Diputado de Urbanismo.
El
Pleno Municipal se pronunció en contra de la construcción de la
planta contaminante por una mayoría más que suficiente. Nueve votos
en contra: (seis de L.V.P., dos de EA y uno de HB) y cuatro a favor:
(tres del P.S.E. y uno del PNV).
En
el Pleno más concurrido que se haya celebrado en Etxebarri, el
representante del PNV, nos advirtió de las consecuencias: "Con
esta negativa a la instalación de Reclori S. A. a Etxebarri se le
cerrarán todas las puertas” y de forma intuitiva le respondí "No
importa, al menos podremos abrir las ventanas”. Lo que provocó una
sonora ovación.
Personalmente
tuve que soportar incontables presiones y amenazas, pues eran muchos
los intereses en juego. El tema tenía mucho morbo, la prensa, la
radio y la televisión se encargaron de darle una enorme resonancia
con lo que mi imagen comenzó a ser muy conocida, popularidad que
preferiría no tener y pasar desapercibido.
Casi
cinco años después de su inicio empiezan a dictaminarse las
sentencias. Tres a nuestro favor y una, la principal, en contra.
Seguíamos trabajando para encontrar la fórmula jurídico
administrativa que impidiera su instalación.
El
apoyo popular estaba asegurado, en menos de veinte días logramos
recoger más de siete mil firmas. Recogida de firmas que
personalmente promoví, a través de mi grupo y de forma anónima,
para advertir a todos los implicados en el proyecto (empresas y
jueces) la contestación popular que debían esperar si se instalaba la planta, en el
supuesto de que legalmente les dieran la razón.
Fue
curiosa la escena del Alcalde recibiendo a los representantes de los
distintos grupos sociales y ecologistas para entregar varios millares
de firmas de un documento que el propio Alcalde había redactado.
Ante
tamaña resonancia y tanta oposición popular, la empresa Reclori
S.A. se vio en la necesidad de disolverse unos años después. ¡De
buena nos libramos!... Transcurridos varios meses desde su
disolución, el TSJPV dictaminó a su favor basándose en que “la
administración no puede ir contra sus actos propios” y
nosotros habíamos actuado totalmente en contra de quienes
inicialmente, desde el gobierno municipal, aprobaron
su instalación, el PSOE y el PNV.
De seguir existiendo, y en razón a la resolución favorable del TSJPV, la controvertida empresa habría podido reclamarnos indemnizaciones millonarias.
La
llamada telefónica sobre el estudio de impacto ambiental.
Cuando
todo hubo terminado, con notable éxito para el Municipio, recibí
una llamada felicitándome efusivamente por la valiente postura que
como grupo político y como Alcalde habíamos mostrado. Era de una
persona, de la que no voy a dar ni nombre ni procedencia para no
complicarle su trayectoria profesional, que estaba orgullosa de
observar como con valentía y con el único interés de defender la
salud de nuestros vecinos y vecinas habíamos vencido a un monstruo
ecológico en el que muchas instituciones políticas y empresas
habían mostrado un interés por su aspecto económico pero no
ecológico.
Mi
sorpresa fue mayúscula cuando me informó que la empresa para la que
esa persona trabajaba había elaborado un Informe de Impacto
Ambiental (EIA) muy desfavorable sobre la actividad de Reclori SA.
Este informe fue guardado en el cajón y se le encargó otro EIA a
una empresa, más afín, que resultó favorable. y con ese tramitaron la licencia quienes nos antecedieron en el gobierno.
Es
triste escribir esto pero, en el transcurso del tiempo, he podido
informarme de otros casos en los que cuando el informe resulta
desfavorable se cambia por otro, o en otros muchos procesos en que no
se aplica a la eliminación de un residuo la más ecológica de las
opciones sino la que más rentable resulta. Rentabilidad que no
siempre revierte en la sociedad sino en el bolsillo de unos pocos.